Podría resumirse diciendo que la Mojiganga es un singular espectáculo
satírico-burlesco que repasa, pormenorizadamente, la vida de la localidad
durante el último año.
Una parte de los elementos de la Mojiganga procede del
mundo pagano: la animalización o uso de máscaras, las danzas y el juicio de los
dioses, que después será de los reyes. Según la antropóloga Josefina Roma, esta
representación es “una de las traslaciones más claras a un momento
complementario a Carnaval y que justifica plenamente la hipótesis de la
simetría del año”.
El siglo XVIII supone el momento de mayor esplendor de la Mojiganga como carnaval.
A partir del XIX la mentalidad carnavalesca decae, hasta que en el XX
desaparece la conciencia de que es todo el pueblo el que debe participar en la
exaltación colectiva y se convierte sobre todo en un espectáculo para ser
visto.
Las interrupciones sufridas por la Mojiganga han sido
varias: de 1809 a 1813 debido a la invasión francesa, y desde 1834 a 1838 por
las malas cosechas y hambrunas. El gobierno de Primo de Rivera también la prohibió,
no recuperándose hasta 1979, año desde el que se celebra puntualmente cada 13
de septiembre.
La Mojiganga se precede de un pasacalles por la localidad, cuya
comitiva es presidida por los Reyes de la Mojiganga. Les
acompañan máquinas y figuras que destacaban por su movilidad y por el alboroto
que provocaban a su paso. Esos aparatos son la tarasca y el estafermo.
Éste último es un muñeco que gira sobre un eje
pivotante y que abre los brazos repartiendo golpes para hacerse paso entre la
gente.
En
el juicio bufo de la
Mojiganga, los Reyes consideran las demandas que les
presentan los vecinos, a las que responden con soluciones absurdas. Hay que
recordar que este evento constituye un breve período de liberación, de
abolición de los estamentos y jerarquías. El espectáculo se centra en un
ambiente de caricatura y crítica de la actualidad, sobre todo de los temas
municipales del momento. Además de una crítica de costumbres en general y sin
personalizar es, a veces, una protesta satírica contra las actuaciones del
Ayuntamiento y de otras instituciones locales. En realidad, los “actores” no
son responsables de las demandas, ya que cualquier persona puede enviar un
texto que, de ser seleccionado, se representará dejando a su autor en el
anonimato.
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