El núcleo original de esta iglesia, datado del siglo XIII, corresponde a la actual nave central. Es una nave única con crucero cubierto con cúpula y presbiterio rectangular. La parte superior de las arquivoltas de la portada de ingreso y los canetes decorativos del alero al exterior, son típicos del arte románico, aunque la bóveda que cubre la iglesia está ligeramente apuntada y reforzada por arcos fajones, pertenece también a finales de este estilo. El aparejo para la construcción original románica es de grandes sillares perfectamente tallados, dispuestos de manera ordenada en hiladas uniformes y regulares.
Durante el período gótico se llevaron a cabo las primeras transformaciones que consistieron en abrir capillas laterales, que corresponden al siglo XIV. Las de un lado son dos pequeñas capillas cuadradas cubiertas por bóvedas de arista cuyos nervios convergen en una clave en la que aparecen representada dos imágenes: una es de Santiago y la otra de María Auxiliadora, tal y como actualmente están destinadas. Al otro lado destaca por ser una nave dividida en tres partes y cada una de ellas cubierta con bóveda de arista, de mayor envergadura que las del lado opuesto. En las ménsulas donde se apoyan los nervios y en las claves aparecen decoraciones a base de escudos. En esa capilla existe una pila bautismal y el retablo de San Antonio Abad.
La última gran remodelación fue a finales del siglo XVII, derribándose el ábside primitivo, cambiando la puerta de acceso y construyéndose un coro a los pies del edificio.
La Capilla del Santo Cristo fue edificada hacia 1730 para dar cobijo al crucifijo que San Vicente Ferrer donó a Graus en 1415 y que continúa gozando de gran devoción entre los grausinos. Como cualquier capilla barroca presenta una gran decoración y en su cúpula se representan escenas de la pasión. Bajo estas aparecen tres pinturas murales con escenas de la vida de San Vicente que son: la predicación en Graus y entrega del Santo Cristo, sobre la imagen de éste; a la izquierda el Cisma de la Iglesia (aparece entre Benedicto XIII y Juan XXIII como pacificador); y a la derecha el Compromiso de Caspe (elección de Fernando de Antequera como Rey de Aragón), obras del pintor Davalillo. Esta capilla fue remodelada en la segunda mitad del siglo XX.
El cristo es una talla del siglo XV, policromada. Se trata de un cristo sufriente, que con los ojos entrecerrados responde a la idea de Cristo muerto. Está clavado a la cruz por medio de tres clavos, aunque con la diferencia que aparece con los clavos atravesándole las palmas de las manos y no en los huecos de la muñeca. Vestido con un faldón de terciopelo de colores que varía según la liturgia del día, por lo que posee gran cantidad de “manticos”.
Santo Cristo
Sufrió diversas estragos en la Guerra Civil, perdiendo la cruz original y parte del brazo derecho, que años más tarde se completó gracias al escultor grausino Ramón Auset.
Antaño, se realizaba una curiosa tradición en la parte superior de esta capilla. Con el objetivo de alejar las tormentas, los miembros de la Cofradía del Santo Cristo subían la cruz hasta este lugar, llamado esconchuradó, y rezaban en común mientras la campana de la capilla no dejaba de sonar.
El retablo del altar mayor es obra realizada en madera de nogal, donde aparecen imágenes de San Miguel Arcángel en la parte superior y centrado, y a los laterales dos santos jesuitas: San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier. Mientras que en la parte inferior se localizan San José, Cristo Crucificado y la Virgen del Pilar.
Otros retablos destacables en la iglesia son el de La Inmaculada y el del Corazón de Jesús, trasladado desde la Iglesia de la Compañía. Además de la decoración de la cúpula, donde aparecen representados en las pechinas los cuatro evangelistas, y las dos estampas que hay en la bóveda central, representando a las tablas de la ley, al escudo del obispo y al cordero de Dios (Agnus dei).
La portada de entrada al templo estaba precedida por un pórtico de estructura neoclásica, tal como queda reflejado en las dos columnas que lo soportarían.
La gran mayoría del tesoro parroquial se perdió durante la Guerra Civil y tan sólo se conservan siete tablas pertenecientes al retablo de San Victorián, datado en el siglo XV.
La iglesia fue restaurada en los años 1992 y 1993, descubriendo la original piedra de la bóveda y de las capillas, ya que se encontraba totalmente encalada.
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